Ayer se encendieron las alarmas en la comunidad gamer: empezó a circular el rumor de que la futura Xbox portátil podría usar un procesador ARM. Todo esto porque Qualcomm publicó una oferta de trabajo donde se mencionaban dispositivos Surface y Xbox basados en chips Snapdragon. Pero calma, que las cosas no son como parecen.
Como buenos fans sabemos que para Microsoft la retrocompatibilidad es sagrada. Todo el ecosistema Xbox se ha construido con esa idea: que puedas seguir jugando a tus títulos favoritos sin importar la generación. Y eso, con un procesador ARM, simplemente no es posible sin complicaciones.
¿Por qué? Porque ARM no es compatible de forma nativa con los juegos de Xbox Series S ni con la mayoría del catálogo de PC. Para hacerlo funcionar, se necesitaría emulación, y eso significa rendimiento inferior, más gasto de recursos y una experiencia lejos de lo que esperamos de Xbox.
Por eso podemos respirar tranquilos: la Xbox portátil usará un procesador Ryzen x86 de AMD, muy parecido al de la ASUS ROG Ally. Esto asegura compatibilidad total con los juegos actuales y futuros, y la posibilidad de convertirla, si se quiere, en una especie de “PC portátil con alma Xbox”.
Entonces, ¿dónde entra ARM en todo esto? Bueno, lo más probable es que Qualcomm esté trabajando con Microsoft en otro proyecto: un dispositivo para jugar en la nube. Algo estilo “Xbox Cloud Console”, que no necesita potencia propia porque todo se ejecuta en servidores y tú solo haces streaming de los juegos. Para eso sí tendría sentido usar ARM.
Así que, por ahora, podemos estar emocionados: si se viene una Xbox portátil, va a ser una máquina potente, compatible, y 100% enfocada en darnos la mejor experiencia gamer
