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Preservar o monetizar: el debate que enfrenta a Stop Killing Games y las grandes del sector

Una discusión encendida está sacudiendo la industria del gaming, y esta vez no es por un retraso en el lanzamiento de GTA VI ni por una nueva consola de Nintendo. La polémica gira en torno a Stop Killing Games, una campaña ciudadana que busca garantizar que los juegos online no desaparezcan del mapa cuando cierran sus servidores. La iniciativa ha tomado fuerza en Europa, pero ahora se topa con una muralla difícil de derribar: las grandes compañías del sector.

Nintendo, Sony, Microsoft y otros gigantes del entretenimiento digital —incluidos nombres como Activision, Ubisoft, Square Enix y Bandai Namco— se han unido bajo el colectivo Video Games Europe para dejar clara su oposición al movimiento. ¿La razón? Argumentan que, si se aprueban leyes que obliguen a mantener activos los juegos online o permitan que los usuarios los conserven con servidores privados, los costes de desarrollo y mantenimiento se dispararían hasta niveles insostenibles.

El origen de la protesta: cuando Ubisoft “apagó” The Crew

Todo comenzó el año pasado, cuando Ubisoft tomó una decisión que dejó a muchos con el mando en la mano y la partida congelada: eliminar The Crew de forma definitiva tras cerrar sus servidores. Un juego completamente online que, en lugar de ofrecer un modo offline como solución, fue directamente eliminado del ecosistema digital. Esta medida encendió las alarmas y motivó al creador de contenido Ross Scott a lanzar Stop Killing Games, una campaña con una sola misión: evitar que los videojuegos terminen en la papelera digital sin previo aviso.

Lo que comenzó como una lucha de nicho ha escalado a un movimiento con más de un millón de firmas recolectadas, y ahora apunta a superar los 1,4 millones para reforzar su legitimidad ante las instituciones europeas. Sin embargo, las empresas más influyentes del sector creen que la propuesta va demasiado lejos.

¿Qué dicen las compañías? ¿Y qué se arriesga realmente?

Desde Video Games Europe aseguran que entienden el amor de los fans por sus juegos y valoran la pasión con la que defienden su permanencia, pero afirman que hay límites financieros y técnicos. Según su declaración, mantener servidores de títulos que ya no generan ingresos no solo es insostenible, sino que podría poner en riesgo el desarrollo de futuros juegos online.

En cuanto a los servidores privados —una de las soluciones que propone el movimiento—, el colectivo asegura que no ofrecen garantías en términos de seguridad ni de integridad del juego. Además, muchos títulos están diseñados exclusivamente para el juego en línea, por lo que un modo offline no sería viable sin rehacer partes clave del software, algo tan costoso como impensable para muchos estudios.

¿Quiénes forman parte de esta oposición?

La lista de compañías que apoyan el comunicado de Video Games Europe es un quién-es-quién de la industria global del gaming:

  • Take-Two (GTA VI)
  • Epic Games (Fortnite)
  • Electronic Arts (FIFA)
  • Activision (Call of Duty)
  • Ubisoft (Assassin’s Creed)
  • Square Enix (Final Fantasy)
  • Level Infinite (Nikke)
  • Bandai Namco (Elden Ring, Tekken)
  • Warner Bros. Games (Hogwarts Legacy)
  • Roblox Corporation

Además de los tres grandes fabricantes de hardware de consolas: Nintendo, Sony y Microsoft.

Opinión final: ¿el fin de los juegos como los conocemos?

Este choque entre jugadores y compañías plantea una pregunta fundamental: ¿somos dueños de los juegos que compramos o simplemente alquilamos acceso temporal a ellos? Con el auge de las plataformas digitales, el modelo de suscripción y los juegos como servicio, la sensación de “poseer” un videojuego se vuelve cada vez más difusa.

Como fans, queremos preservar nuestras experiencias y volver a ellas años después, como cuando conectamos una vieja SNES o una PS2 para revivir joyas del pasado. Pero la industria mira al futuro, donde cada byte cuesta y cada servidor tiene fecha de caducidad.

El debate está sobre la mesa, y no será fácil encontrar un equilibrio entre preservación, rentabilidad y evolución tecnológica. Pero si algo ha demostrado esta generación de gamers, es que cuando se organizan, pueden cambiar el juego.