El 16 de octubre se lanza la ASUS ROG Xbox Ally X, una portátil pensada para gamers exigentes. Pero las primeras pruebas de Digital Foundry no son alentadoras. El rendimiento deja dudas y, en algunos casos, resulta decepcionante.
La consola integra el SoC AMD Ryzen Z2 Extreme, un 22% más potente que el Z1 Extreme, junto con la Radeon 890M. En teoría suena competitivo, similar a una GTX 1060. Sin embargo, la comparación con rivales es dura. La GPD Win 5, por ejemplo, incorporará el Ryzen AI MAX+ 395 con GPU al nivel de una RTX 3070 Laptop. Ante esa diferencia, la Ally X parece desfasada incluso antes de salir a la venta.
Los ejemplos prácticos refuerzan la preocupación. En DOOM: The Dark Ages, la consola apenas alcanzó 50 FPS con resolución 540p reescalada a 1080p. Esto usando FSR 3 y Frame Generation, sacrificando calidad visual. Con Clair Obscur: Expedition 33 la situación fue peor: gráficos al mínimo, 1080p reescalados y apenas 27 a 30 FPS. Y en Gears of War: Reloaded, aunque jugable, aparecieron molestos micro stuttering. En conclusión, no es una experiencia cercana a Xbox Series X|S. Habrá que ajustar configuraciones, bajar resoluciones y aceptar limitaciones para jugar títulos AAA.
Los problemas no terminan en el hardware. El software también genera frustraciones. La portátil usa Windows 11 con una interfaz inspirada en Xbox, pero las pruebas revelaron errores graves. Juegos colgados al cambiar de aplicación, joysticks que dejaron de responder y fallos al ejecutar dos títulos a la vez. Además, varias funciones prometidas no estarán listas en el lanzamiento: AutoSR 2.0, Quick Resume y hasta el modo de hibernación siguen en duda.
En resumen, la ROG Xbox Ally X pretende ser un híbrido entre consola Xbox y portátil Windows. Sin embargo, en su estado actual, se siente más como un experimento inacabado. Los gamers deberán decidir si apuestan por un hardware con potencial, pero con limitaciones claras, o esperar por alternativas que ya pintan más sólidas.